Yo soy el que nadie entiende, el loco demente, la voz del pueblo, el más buena gente, todo lo que yo te hable va a ser desagradable, muy inteligente y supuestamente, poco saludable. Gracias a mis insultos, los niños tiene que escucharme con la supervisión de un adulto. A los que me critican, a veces me dan ganas de tener una varita mágica para convertirlos en rana, sentarlos en el marco de mi ventana y volarles la cabeza, como se la voló Nirvana. Pero yo soy un tipo tranquilo, calmado, quieto, bastante pasivo, con casi nadie me meto, excepto con los religiosos, reggaetoneros, políticos, moralistas, posda, el FBI, la policía y por ahí sigue la lista. No me importa si todo lo que escribo a ustedes los ofende, tampoco me importa un carajo si este disco vende, si yo quisiera vender algo montaba una tienda, prefiero regalarte música, aunque tú no la entiendas. Yo digo 50 malas palabras por segundo, porque
la verdad es que me gustaría cambiar
 este puto mundo,
 vivir una vida real como un ataque al corazón, real como tener sexo sin condónreal como cualquier barrio de cualquier planeta, real como mis hermanas que no se han hecho las tetas.